
No quiero que te mueras. Más de una vez esta frase a pasado por mi mente, me gustaría decirla a todas aquellas personas que he amado en mi vida. La he dicho en muy pocas ocasiones. Declaro que no tengo noción de si alguna vez la dije o sólo la pense o soñé.
Tenía muy pocas esperanzas, no sabría decir la razón, no podría yo juzgar un amor, incluso mi amor por alguien, alguna vez un hombre me dijo que este sentimiento pocas veces se da a quien lo merece, la palabra merecer me es confusa.
No dudo en que juzgar es un quehacer humano y en muchas ocasiones mal intencionado, pocas veces es justo omitir juicios sobre tal o cual acción, sobre tal o cual pensamiento, me cruza la palabra hermenéutica como un derecho y más como una exigencia.
¿Podríamos vivir amando a quién ha provocado la muerte de otros miles? La palabra perdón no nos pertenece, no es de nosotros declarar palabras cuando no se nos hizo nada, pero vivir, vivir, es algo que nos incumbe.
Pienso en lo que pudo ser, y sin embargo...
La idea del abandono me es ajena, no podría abandonar, me provoca desasosiego, angustía, estupor... dejar una idea, un sentimiento, un amor, toda una persona... tampoco soporto que me dejen, él nunca la dejo, no creo que nunca la haya dejado. Michael ni un segundo desde que la conoció dejo sola a Hanna, sus pensamientos le pertenecieron desde el instante mismo en que la vió, todo fue una enfermedad, a veces uno padece escarlatina de por vida.
En ocasiones cierro los ojos e imagino la voz, las palabras que quiero escuchar, las historias que quiero me sean contadas. Mi parte favorita: encarcelada Hanna recibe cintas con la voz de Michael narrando los libros que de joven alguna vez le leyó, decide vencer uno de sus más grandes temores y aprende a leer y a escribir de una manera bella y conmovedora, su entusiasmo me llena. Más que la voz del pasado, me apasiona la lectura del presente que marca el futuro.
Desconozco entonces si en esa época hubiera yo existido tendría valor de perdonar a una mujer como Hanna, no comprendo el dolor que el holocausto encierra, pero me conmueve que el perdón haya llegado a una de las víctimas, ¿Por qué Hanna después de vivir veinte años de encierro se suicida? Yo creo que no vale la pena vivir si un gran amor te mira a los ojos de una manera distinta a la que en un pasado te vió, volver a verlo era el punto culminante para decidir si la vida tenía o no sentido, evidentemente el amor encierra sin duda momentos de lástima que bien merecen quedar en el olvido.
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